jueves, 13 de marzo de 2008

Suspendida en el aire

Hace muchos años volé en parapente. Hace muchos años hubiera echo hasta puenting. Hoy esto último no entra en mi cabeza ni en mi corazón tampoco. No lo resistiría. Pero volar en parapente me parecía algo tan natural, tan conmigo... Aún me es perfectamente posible recordar el cúmulo de sensaciones tan maravillosas que subía por mis tobillos en ese estado, tan alejada del suelo, tan conmigo misma. La primera vez que lo hice fue en un pueblo del interior, tierras castellanas y secas. Evidentemente, allí no hay brisa, el viento está tan quieto como los pájaros, por lo que a pesar de la rapidez en la que se sucedió el viaje, yo me sucedí a mí misma, me sentí sencillamente otra. Volví a repetir varias veces la experiencia en tierras alicantinas y esta vez el mar se iba creando bajo mis tobillos tan sueltos, tan desarraigados. El viaje en este caso se iniciaba en un faro con cierta altura, jamás he vuelto a sentir lo que sintieron mis pies tan indenpendientes y autónomos de la tierra. Yo iba con una cámara fotográfica, la cual siempre podía seguir sosteniendo durante el viaje. Me vistió de arneses en el biplaza, yo delante y mi instructor detrás. Una ligerísima silla de tela sostenía mi cuerpo y todo lo que había de pierna en mí, iba al aire, tan suelto como se sueltan las nubes. Y tras unas nociones básicas sólo me dijo que lo único que tenía que hacer era correr hacia delante, no dejar de correr, correr y correr con fuerza y seguir corriendo incluso cuando dejara de sentir la tierra bajo mis pies, batallear entonces contra el aire que entraba con fuerza en los pulmones del parapente. Entonces corrí y corrí y cuando sentí que nada debajo de mis pies latía, seguí corriendo hasta que la brisa lenta pero rotundamente nos izaba. La primera vez que yo sentí esto, que mis pies se separaban de la tierra fue orgásmico, era como dejar un vicio, como ir en la misma corriente de mis ideas, todo parecía tan sencillo allí arriba... tan posible... Yo continuaba moviéndolos como si siguieran es esa posición, corriendo, incluso cuando dejaron de ser en tierra. Me alcé entonces junto a ese movimiento y un golpe suavísimo de viento permanente me iba izando más y más arriba. Nos iba izando a ambos, creo que lloré de la emoción, yo no podía dejar de mirar mis pies, mientras los movía como entretenidos e incrédulos de estar tan colgados en el cielo. No podía creerlo. ¡Qué sensación más maravillosa! Han pasado muchos años y no he vuelto a repetirlo. Me pregunto si hoy día sería capaz. Este es otro de mis rascacielos, el otro es el cielo del paladar, por supuesto.

3 comentarios:

Gracia Iglesias dijo...

Nuria, ¡no puedo creer lo que acabo de leer! ¿Tú sabes que yo vuelo en
parapente desde hace años? Tengo mi propia equipación y cada vez que estoy
suspendida en el aire siento que soy un pájaro, me siento libre y soy un
poco más feliz.

Mi primer vuelo fue también en biplaza, en el Valle del Jerte, gracias a mi
amigo el Pájaro Artista, un escultor que es dueño del cielo gracias a su ala
delta y que me bautizó como la Poeta Nube.
Los cerezos estaban en flor y escribí unos versos que precisamente están en
mi segundo poemario "Aunque cubras mi cuerpo de cerezas".
Dicen así:

"Un pájaro me ha amado, casi lluvia,
sobre las blancas manos de un cerezo.
El ascenso caliente de los buitres
me conduce hasta Dios.
Por si el regreso"

Ya te mandaré alguna foto con mi precioso parapente rojo con borde de ataque
azul. ¡Me encanta!

nuria ruiz de viñaspre dijo...

Dios míoooo, y lo haces tú solita, sin instructor ni nada que te cubra las espaldas??? Tú solita echas a correr hasta despegar?? yo necesitaba un empujón de palabras, pero eso sí, una vez comenzaba a correr mis fuerzas y mis ganas venían conmigo y contra todo. Supongo que de esa manera sentirás más intensamente esa soledad con uno mismo que todos buscábamos a esa altura. Una perspectiva maravillosa, ver la nuca de los almendros desde arriba fotografía desde el cielo no? Me pregunto si me gustaría repetir, la respuesta rápida que me viene al corazón y a la cabeza es un sí rotundo pero en fin, vaya usted a saber qué me diría mi cuerpo jajaja.
Un poema precioso, sí señor, y tan gráfico como gráficas son esas nubes allí arriba dibujadas, esos pájaros suspendidos. El ascenso caliente de los buitres, qué bonito.
Manda fotos yaaaa

Anónimo dijo...

Curiosidad tras curiosidad.
Soy Instructor Nacional de Parapente, Piloto Biplaza y aún no le he encontrado explicación a los pájaros (tampoco).
Gracias por tu visita a uno de mis "cosos", Nuria, un honor.
Si te interesa, el que actualizo con frecuencia es el titulado PLAYAS ABANDONADAS.
Un abrazo.