martes, 28 de junio de 2011

zona orbital

Siempre me han gustado las esquinas. Esa geometría infiel en la que las aristas van sumando grados. Me gusta el arquitectónico ángulo que hay en la quietud del mueble de la cama. En su sima -si me asomo al alto alféizar-. Me gusta limar los cantos en cadera ajena. Los recodos en las quijadas. Siempre me ha gustado la soledad que hay en las esquinas. Me gustan las deshabitadas esquinas. Aquellas que despejan vecindades. Esas impares cojas sin distrito que caminan sin muleta y cuyo último padrastro fue el atractivo abismo. Siempre me han gustado las esquinas. Son el único vértice desde donde sientes el tintineo del tensionado mundo. Como si fuera el cascabel de un gato terrorista. Solitario. O la cerilla de un Principito a lo bonzo en esta esférica sin esquinas. Solitaria. O el clavadista a punto de arrojar su lanza en el contra-punto del mundo. Solitario. Tengo que lijar todo esto con el estómago vacío. El vacío y la soledad. Mis zonas muertas *órbita cementerio (septiembre 2011)

2 comentarios:

José Antonio Fernández dijo...

También sirven para asomarse como para esconderse. Yo, ahora, me asomo.

Meme Vergara dijo...

un segundo de incertidumbre, al preguntarnos con lo que, o con quien nos encontraremos al dobar la esquina.